domingo, 10 de mayo de 2009

Los 'anabolizantes' del quiosquero




El café estaba demasiado caliente y permitía la conversación ligera. "Estoy pensando en meter un espejo en el cuarto que utilizamos de almacén", me dijo. La verdad es que tenía buen trato con él pero no me esperaba semejante 'confesión'. Al principio me pareció un cambio sustancial en su modelo de negocio pero sus argumentos parecían difíciles de rebatir. "De hecho, creo que debería poner unas cortinas para que la gente esté a gusto cuando se prueba las chanclas, las camisetas o los bañadores", añadió. Le respondí que no me parecía mal. Con la cantidad de género que recibía en su comercio era lógico hacer esas reformas. Tomamos el café y nos despedimos: él tenía que volver a su quiosco y yo a la redacción. Éramos compañeros. Vivíamos del mismo producto pero, al parecer, vendíamos cosas distintas.

Pocos días después volvimos a coincidir. Le pregunté por la exclusiva que había en una portada de un periódico. Tenía interés en cómo le iba la feria a ese medio. "¿Dónde sale esa noticia? ¿En el periódico que reparte la cubertería o en el que regala las toallas de playa?", me respondió. Me quedó claro: vendíamos cosas distintas.

Me acordé de esta pequeña historieta hace unos días. Charlé con Javier Alonso de varios temas y me habló de una entrada que había escrito sobre varias 'agresiones' a anuncios.

Un dato curioso: en Brasil a estas promociones se les define como 'anabolizantes'. Negredo y Salaverría dicen en 'Periodismo Integrado', donde aparece esta nueva 'acepción', que "ya sabemos que los atletas dopados más tarde o más temprano pagan sus excesos". A los quioscos también les pasa algo parecido, los anabolizantes han transformado su fisonomía..., como el chico que toma esteroides y se convierte en un 'armario'.

Foto: cincodias.com (Pablo Monge)

Rubén Vinagre: ahora estoy escuchando Barcelona-Villarreal, Cadena SER.

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