domingo, 13 de julio de 2008

El ejemplo de 'The wire' en las escuelas catalanas

Hace unos días asistí de pie a los últimos minutos de la quinta y última temporada de 'The wire'. Un largo plano del detective McNulty con la mirada perdida en el 'skyline' de Baltimore finiquitaba una de las mejores series de la historia de la televisión. Las enseñanzas de esta joya son muchas y en todos los campos. Así, la noticia de la creación de aulas específicas para inmigrantes en Cataluña conecta con uno de los hilos argumentales de la serie.

La contemporaneidad de 'The wire' está indisolublemente asociada a los cambios sociales que se producen en la calle. Pero no sólo es la realidad de Estados Unidos: es el día a día de los barrios de Cornellá, de los parques de Pradejón o de las avenidas de Sevilla. Sin ir más lejos, la cuarta temporada de 'The wire' retrata los intentos de la ciudad de Baltimore para integrar a los escolares de colectivos con difícil integración. Los episodios se centran en un instituto de la ciudad abarrotado de adolescentes negros al borde del navajazo. Un programa de una universidad local propone reunir a los escolares más violentos en una clase especial. La iniciativa choca con las ideas de directores, coordinadores y profesores que critican la supuesta exclusión o 'guetización' de los más díscolos. Sin embargo, la propuesta consigue arrancar.

Los primeros días son desoladores: los chicos se insultan, se pegan... Los promotores de la idea se dan cuenta de que no hacen nada intentando seguir el programa escolar y cambian sus planes. Dejan los libros de texto a un lado y se dedican a enseñar a los chicos a comportarse, a realizar una entrevista de trabajo... En definitiva, les socializan a costa de no seguir la rutina escolar. Cuando la idea se conoce en el ámbito político se produce una agria polémica sobre si es más conveniente educar o socializar primero para después educar. ¿El resultado? Los políticos no soportan que el proyecto salga a la luz. Todo por el 'qué dirán' y... por la falta de presupuesto. Sólo importa cumplir objetivos: las estadísticas mandan y tienen que mostrar que los chicos tienen el mejor nivel escolar posible, no importa que maten a los compañeros o roben al tendero, tienen que ser buenos estudiantes. Tiempo después la serie muestra a uno de los chicos de ese programa: ha conseguido salir de las calles y promete como estudiante. Es ficción pero..., ¿cuántas veces la ficción supera a la realidad?

Rubén Vinagre: ahora estoy escuchando "Purple rain", Prince.

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